Un histórico del socialismo español y andaluz, el
profesor Alfonso Lazo, define
al gobierno de Zapatero como el peor de la historia de España desde
la muerte de Franco. ¿Será verdad que algo se mueve en el socialismo
español? ¿Será verdad que hay alguna esperanza en el socialismo
andaluz decente? Además, en el blog de Juan Antonio García Amado se
ha reproducido la aportación del profesor Sosa
Wagner a una encuesta sobre el funcionamiento de la
Universidad. Clarificadora.
Reproducimos el artículo de
Alfonso Lazo de ayer de El Mundo: "José Luis Rodríguez Zapatero
es el peor gobernante habido en España desde que murió Franco; el
único capaz de colocar como objetivo de su política la ruptura entre
los espanoles. No se trata de una afirmación ociosa. El susurro de
ZP reconociendo junto a un periodista áulico que necesita aumentar
las tensiones del país, y llegar si es preciso al drama, viene a ser
el acta notarial que reconoce lo que todos ya sabiamos de manera un
poco intuitiva: para mantener el poder, el señor Z. necesita
mantener el voto de los radicales, los progres, las mentalidades
adolescentes, los iluminados, los castristas, los okupas, los jipis
viejos anclados en 1968, gente toda ella abstencionista confesa
salvo caso de odios desatados y grave rompimiento social. (La viñeta
es de Tu Jefe
te vigila).
Explicada queda su confrontación con la
Iglesia y cun las víctimas del terrorismo. Y explicado queda el
guerracivilismo y el cuidadoso diseño de la Media Memoria Histórica.
Los españoles vivían reconciliados hasta que desde el poder se
reabrieron las viejas heridas de la contienda; una acción maligna
destinada a destruir los esfuerzos pacificadores de Adolfo Suárez y
Felipe González. Gran descomponedor, ZP incluso llega a poner en
peligro el concepto mismo de Justicia en un Estado de Derecho cuando
detiene, o pone en libertad, según intereses electorales, a los
asesinos de ETA. Personaje tal no merece un solo voto. Que pierda
las elecciones pasa a ser asunto de salud pública.
No es
posible aventurar en estos momentos quién ganará el 9 de marzo; pero
es seguro que si gana el PSOE ganará por menos escaños de los que
ahora disfruta. Una situación, en efecto, dramática, según la
terminología acuñada por el presidente; porque el Gobierno va a
quedar todavía más indefenso ante los chantajes nacionalistas de
catalanes y vascos. Acaba de recordarlo el portavoz de Esquerra
Republicana: «Si Zapatero vuelve a la Moncloa, cobraremos por
adelantado nuestro apoyo». Un cobro en plena crisis económica que ZP
aviva con sus promesas electorales de tirar la casa por la ventana.
De modo que quizá sean las elecciones más importantes
celebradas en España desde el comienzo de la democracia. Felipe
González, Suárez, Carrillo, Guerra, Almunia, Aznar con errores y
aciertos fueron políticos maduros y tenían sentido de Estado.
Zapatero, no: astuto, sin auctoritas, temido dentro del
PSOE aunque no respetado, ignorante de la Historia de España, es
rehén de los nacionalismos hasta el punto de modificar bajo cuerda
la Constitución a golpes de concesiones. Cómo podemos recomponer una
situación así.
Cabe primero el voto útil: la marcha del
señor Z. únicamente se hace posible caso de ganar Rajoy. Es el
sufragio realista: votar al PP como único camino para que Zapatero
lo recorra de vuelta a casa; muchos buenos militantes socialistas,
horrorizados con la deriva reaccionaria del PSOE en busca de apoyos
entre el tribalismo prehistórico, lo agradecerían silenciosos. No
obstante, a los viejos y convencidos socialdemócratas puede
resultades duro escoger de pronto la papeleta con las siglas del PP.
Para ellos se abre el voto del ideal.
Es el voto al partido
contra el que la prensa áulica ha decretado silencio porque muerde
los sufragios del PSOE. El partido de Rosa Díaz, de Femando Savater,
de Alvaro Pombo, de Antonio Muñoz Molina, del historiador Elorza,
del escultor Ibarrola... Ningún otro puede ofrecer un friso
semejante de intelectuales prestigiosos; nada más alejado de los
mediocres artistas de subvenciones millonarias que cantan las cejas
de ZP.
Y queda por último el dignísimo voto en blanco de
sobre vacío, tan democrático y tan irritante para los políticos
apoltronados. En todo caso, al final, cualquier decisión es buena si
terrnina restando papeletas de las urnas al peor de los
candidatos."
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En el blog de Juan Antonio García Amado se ha
reproducido la aportación del profesor Sosa Wagner a una encuesta
sobre el funcionamiento de la Universidad. Es esta: "En días pasados
nuestro amigo Francisco Sosa Wagner contestaba a un cuestionario de
El Mundo sobre la universidad española actual. Éstas fueron sus
respuestas:
a) No se trata de habilitación vs. acreditación.
Se trata de pruebas públicas con miembros del Tribunal que
sean especialistas de la materia y sacados a sorteo. Las
acreditaciones no son públicas, los examinadores han sido
seleccionados no sabemos cómo. En el franquismo clamábamos por el
sorteo de los Tribunales y el ministerio ¡solo ponía a uno! Ahora el
ministerio, el consejo o quién sea, ¡los pone a todos!
b) La autonomía de las Universidades es la maleta de doble
fondo que no es que deje vía libre al caciquismo, es que le
abre las puertas de par en par. En la Universidad, como he
defendido en mi libro "El mito de la autonomía universitaria", hay
que defender las libertades individuales de sus miembros y la esfera
de sus derechos, no la autonomía de la organización, que se
convierte en la práctica en la autoridad a menudo arbitraria del
rector y los suyos.
c) Por supuesto que
existe endogamia en la Universidad española.
Crecerá con el sistema de acreditaciones. Habrá
muchos profesores "acreditados", con sus bendiciones oficiales, pero
conseguir una plaza concreta en la Universidad dependerá de
la puntería que haya tenido el interesado a la hora de votar al
rector y de las relaciones que tenga con él y con su
equipo. Si las tiene buenas, normalmente porque pacta con
ellos componendas, se le facilitará una plaza. Si no es así, quedará
sin plaza. Y, ojo, no hay forma de acudir a ventanilla
alguna de reclamaciones como no sea la incierta y muy lenta de la
jurisdicción contencioso-administrativa.
d) Para
que esto cambie hay que ir a las pruebas públicas y, como
digo, juzgadas por especialistas, no por aficionados como
ocurrirá con las acreditaciones. De otro lado, hay que
cambiar la estructura de poder de las Universidades. Las elecciones
a rector son una engañifa que tan solo sirven para crear
banderías en torno a los candidatos. Quien gana controlará
el aparato, si el rector es educado y universitario, aceptará reglas
más o menos objetivas de juego, si no es así, imperará la
arbitrariedad más grosera y el ejercicio constante de la desviación
de poder.
Tremendo.
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